miércoles, 15 de diciembre de 2010

Anita la tamalera ha dado en ser diputada (3/4)

Carta primera a El Pensador Mexicano  (Continuación)
"Dicen por ahí los herejes que para ser cristianos y salvarse no se necesita depender de Roma, y lo prueban conque, en los primeros siglos de la Iglesia, cada obispo era pontífice de la suya sin dependencia del papa, y se salvaban los cristianos; y hubo santos canonizados, pues que los obispos canonizaban cuantos querían; pero digo que más que, sí, más que sea cierto que pueden los hombres ser cristianos y salvarse sin la bendición apostólica de su santidad, como de hecho se han salvado sin ella, lo que importa es que dependamos del papa y que le vivamos sujetos, no sólo espiritualmente como a pastor universal, sino como a nuestro monarca y soberano temporal; quizá por esto otro padrecito propuso que le diéramos a su beatitud cien mil pesos anuales. Esto es una friolera, atendida la opulencia de la actual República, su comercio abierto, sus pocos gravámenes, el gran mérito que tiene contraído con nosotros el santo padre con no reconocer nuestra Independencuia, y el que probablemente secundarña con desechar el concordato que se le presene; pero con todo eso, yo deseara que se le dieran cien mil pesos mensuales, que es bien poco para los gastos y lujo que tiene que impender su santidad, el sacro colegio, la curia romana, etcétera, etcétera, etcétera.
"Si me preguntasen que ¿por qué siendo republicanos libres, hemos de sujetarnos a ser vasallos feudatarios de su santidad? Diría que por fanáticos e ignorantes, porque no sabemos distinguir al papa rey del papa pastor, porque creemos todavía que el cielo se compra con dinero, y que el papa, los obispos, clérigos y frailes tienen el cielo en arrendamiento para vendernos la entrada como los empresarios las entradas de sus coliseos.
"Esto respondería yo como una pobre tamalera; mas me condenarían al último desprecio los padrecitos diputados y senadores, intolerantes, antimasones y obsequiadores del papa.
"VEa usted, y ¡qué buenos salen los clérigos de Dios en los congresos políticos de los hombres! Parece natural que se hubiese tratado por los ministros del santuario sobre indulgencias, simonías, excomuniones, bendiciones papales y otras cosas puramente espirituales, pùes que su autoridad no se extiende a más.

[Tomado de José Jaquín Fernández de Lizardi, Obras XIII. Folletos (1824-1827), recopilación de M. R. Palazón Mayoral e I. I. Fernández Arias. UNAM, 1995. Pueden ojearlo aquí]

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