martes, 14 de diciembre de 2010

Anita la tamalera ha dado en ser diputada (2/4)

Carta primera a El Pensador Mexicano  (Continuación)
"Por ahí dicen que fuera de esta capital se han perdido las elecciones de parte de los yorquinos o liberales, y que se han ganado por fanáticos; que la legislatura venidera se compondrá de una chusma de clérigos, que será una gloria, y que entonces sí que se harán unas leyes más oportunas para fanatizar al pueblo, hacerle odioso el sistema, y quién sabe qué más... Pues, yo no lo digo, sino que refiero lo que dice la gente.
"Mas creo que esos temores son infundados, porque yo no he visto mejores leyes ni proposiciones que las dictadas por los padres. ¿Qué ley más hermosa, ni que acredite mejor nuestro catolicismo, ilustración, filantropía y amor a Roma, sino la que consta por el artículo 3º de nuestra sabia Constitución? ¿Habrá gloria en el mundo como ser intolerantes por principios? ¿Qué importa que las naciones nos tengan por hotentotes, supersticiosos y fanáticos? ¿Qué conque destruya esta ley nuestra futura población, y embarace la ilustración que adquiriríamos en pocos años, a sobra de la tolerancia religiosa? Y por último, ¿qué conque tal vez por esta intolerancia rehuse reconocer nuestra Independencia Inglaterra, ni entablar con nosotros relaciones de alianza y amistad? Nada importa todo esto; aunque seamos ignorants y pobres, aunque nos expongamos a volver a caer en las garras del león de Iberia, y aunque todo se pierda, todo se debe posponer al bien de nuestra alma, porque, ¿qué le aprovecha al hombre ser dueño del universo, si pierde su alma? Quid prodest homini?, etcétera. Lo primero es lo primero, y esto consiste en buscar el reino de Dios, seguros de que todo lo demás se nos dará de ribete. Quaerite primum regnum Dei, etcétera, pues más vale entrar al cielo cojos, tuertos, mancos, tontos, pobres y esclavos, que al infierno buenos y sanos, instruidos y libres. Todo cuanto nos escandalice debemos arrojarlo lejos de nosotros, aunque sean nuestros ojos, pies o manos; y así, cuando nos escandalizan los extranjeros por el diverso modo con que rinden sus homenajes al Ser Supremo, debemos echarlos lejos de nosotros, y esto se consigue en paz con la ley citada, pues para el caso, lo mismo es echarlos fuera de casa que ponerles una tranca para que no entren. Peor fuera echarlos de este mundo, como aquel católico romano echó al pobre zapatero porque no se hincó en su puerta al pasar el Viático.
"Lo mejor es ser intolerantes de remate y quitarnos de historias. Otro padrecito exigió a los extranjeros sus fes de bautismo, y no sé qué otras informaciones. Hizo muy bien; y yo de diputada no me contento con eso, sino que a los ingleses, hebreos y turcos, además de la fe de bautismo y la Bula de Cruzada, les exijo las cédulas del cumplimiento de Iglesia, que las presentarán muy curiosas estos señores.
"Otro padrecito escribió mucho y habló más contra los masones, ofreciendo exterminarlos, o a lo menos perseguirlos; yo no he sabido el resultado de esa persecución.

[Tomado de José Jaquín Fernández de Lizardi, Obras XIII. Folletos (1824-1827), recopilación de M. R. Palazón Mayoral e I. I. Fernández Arias. UNAM, 1995. Pueden ojearlo aquí]

No hay comentarios:

Publicar un comentario