lunes, 30 de abril de 2012

Anulista

Ya me decidí. Señoras y señores, en la próxima elección presidencial Anita la Tamalera (o sea, yo, para que no se hagan bolas) va a anular su voto. Y ya puestos, también en las elecciones parlamentarias y las locales.
¡Basta de votar por el menos malo! ¡Démosle una lección a los sucios políticos, todos una recua de corruptos y ratas!
Me dicen que no sirve de nada, que eso sólo va a favorecer al peor de todos, que es un acto de cobardía mío o de irresponsabilidad, que así no funciona la democracia y que me estoy comportando igual que esos políticos al negar la esencia de lo que es una república democrática. Y estoy segura que tienen razón, pero ya basta. Ni un voto más, si no empezamos ahora con algo así, nunca lograremos nada...
Yo no tengo claro qué queremos lograr anulando el voto, qué vamos a lograr, porque igual habrá un presidente (uno de los cuatro por los que me niego a votar), y diputados, senadores, etcétera. Salvo que fueramos tantos anulistas que lográramos que se anule l elección, lo que no parece posible, me dicen. No importa. Tenemos que mostrar que las cosas pueden cambiar, que van a cambiar. Ya lo verán. Eso sí lo tengo claro.
De lo que no tengo ni idea es qué va a pasar si ganamos. Es decir, si somos mayoría. ¿Quién nos va a gobernar? ¿Otro político igual de corrupto e inepto, pero ni siquiera elegido por nuestros votos? Me dicen que sí.
No entiendo qué pretendemos lograr de verdad los anulistas, pero esa cantaleta de no votar por el menos malo, que todos son una porquería, resulta muy convincente.